Pablo Neruda, poeta latino

Ay, en ese minuto,

corazón mío, un sueño

con sus alas terribles te cubría

Neruda

En el pequeño pueblo de Parral, Chile, un joven de 14 años llamado Pablo Neruda se preparaba para un examen de latín. Pablo estaba profundamente enamorado de su maestra, la señorita Raulina, una mujer hermosa y culta. Su deseo era impresionarla con sus conocimientos, anhelando ganarse su admiración.

Pablo había estudiado con dedicación los adjetivos de la tercera declinación y memorizado los análisis sintagmáticos de varios proverbios latinos.

El día del examen, Pablo estaba nervioso pero ansioso por demostrar sus habilidades. Cuando llegó su turno, la señorita Raulina le preguntó:

— Danos el análisis sintagmático del proverbio: 


Audaces fortuna iuvat


Pablo respondió con confianza:

— Audaces: sujeto; fortuna: objeto directo; iuvat: verbo. Audaces fortuna iuvat: La suerte favorece a los atrevidos.

La señorita Raulina asintió complacida. Luego, le planteó la siguiente pregunta:

— Ahora el análisis sintagmático del proverbio:


O Vita, misero longa, felici brevis


Pablo también dio la respuesta correcta.

¡Oh, vida, larga en la miseria, breve en la felicidad!

La señorita Raulina se sintió honrada por sus conocimientos.

— Muy bien, Neruda —dijo con aprobación—. Eres un estudiante muy adelantado.

Pablo sonrió, feliz de haber impresionado a su amada. Pero su alegría se desvaneció rápidamente. Al concluir el examen, la señorita Raulina le dijo:

— Pablo, ya que te pasas escribiendo versos, analizarás esta última frase para demostrarnos que no eres ningún loquito:


Aut insanit homo, aut versus facit


Pablo palideció. Era la única frase que no había estudiado del texto de clase. 

Hizo un esfuerzo improvisando.

— Lo que enferma al hombre es todo lo que confronta — respondió con voz temblorosa.

— Ya te había dado una pista —corrigió sorprendida la señorita Raulina— Es un refrán de la comedia latina que traduce: O está loco o escribe versos.

El curso estalló en carcajadas preso de la hilaridad que aquella ironía les produjo.

— ¿Cómo es posible que hayas elegido memorizar a analizar las frases de tarea? Y desaprobar una oración tan sencilla…

— Lo siento, señorita —dijo Pablo con lágrimas en sus mejillas—. Me la salté.

— Bueno, no importa —dijo la señorita Raulina—. Pasaste el examen, como la mayoría. La próxima vez aprenderás a analizar, no a memorizar las sentencias en latín.

Pablo regresó a su pupitre, humillado. Sus compañeros de clase se reían de él.

— ¡O está loco o escribe versos! ¡Ja, ja, ja!

Pablo se sentía como un fracasado.

Cuando terminó sus clases, Pablo salió de la escuela corriendo. No quería que nadie lo viera. Caminó a casa, y cuando llegó, se encerró en su habitación. Se tiró en la cama y se quedó llorando durante varias horas.

Durante los días siguientes, Pablo deambuló abatido. No podía creer que había fallado el examen, y que había decepcionado a Raulina. Repetía una y otra vez la frase "Vita, misero longa, felici brevis". Las palabras le dolían como un puñetazo en el corazón. "La vida es larga en la desdicha y breve en la felicidad". Pablo repetía sintiendo el yugo de su significado.

Los años pasaron, Pablo se graduó y fue a la universidad. Cierta noche, a sus 19 años, se enteró que Raulina había sido asesinada en un robo callejero. No pudo conciliar el sueño. Culpó a la sociedad de su muerte, y a sí mismo de no haberle declarado su amor.

Pablo se repitió de nuevo los proverbios de aquel examen, y les dio un nuevo significado. Para un loco o poeta, la felicidad es el amor y su ilusión, y su desdicha continuar su vida sin ese amor.

Tardó en conciliar el sueño, recordando a la señorita Raulina y en cómo la había decepcionado con su latín. Se repitió a sí mismo los proverbios clásicos una y otra vez, hasta que, entre lágrimas, Raulina se le apareció en medio de su sueño, y le preguntó cuál era la mejor traducción de "O vita, misero longa, felici brevis".

— ¡El amor que vivimos y su olvido! —gimió Pablo presintiendo que también la perdería en su sueño.

Despertó y transcribió el verso traducido o, más bien, adaptado a su despecho. Forjó un poema sobre el amor y el olvido, presintiendo que sería el que le otorgaría fama universal.

Pablo se convirtió en uno de los poetas más importantes de la lengua española; su obra se tradujo a más de 30 idiomas y recibió el Premio Nobel de Literatura en 1971.

Al final de sus días, en Isla Negra, supo también que la posteridad lo recordaría por aquel verso traducido del latín en sueños. 

Y murió con el secreto del origen de su verso inmortal:


Es tan corto el amor y tan largo el olvido


Cuento de Historia Cifrada


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