Un amigo me llamó de París para contarme su entusiasmo y frustración con la plataforma zoom, que permite comunicación con un número indefinido de personas al mismo tiempo. Era el cumpleaños de su madre, y se alegró de volverla a ver, pues desde hace más de veinte años vive en Francia en calidad de asilado político, sin posibilidad de salir; al mismo tiempo, me dijo, se sintió frustrado de no poder expresarse como de costumbre, pues la presencia de tantos familiares al mismo tiempo impide las relaciones interpersonales. No presté atención a su comentario, y pasó a relatarme sobre lo hermosa que se era la primavera en su arrondissement (barrio) parisino, libre de la polución y el ruido habitual. Al día siguiente unos compañeros del barrio me convocaron a una reunión virtual. ¿Qué código de comunicación debe asumirse? Mi sinceridad de escritor no me impide expresarme a diversos niveles; saludé desde el pulcro compañero hasta el tímido y el locuaz, ignorando las impertinencias que ci...