La soledad es un receso necesario

La soledad es un receso necesario;  sólo en ella la mente se aleja de las preocupaciones y es capaz de acoger las ideas y las iluminaciones. El diálogo es el padre el ingenio -escribió Gibbon en Historia de la Decadencia y Ruina del Imperio Romano respecto a Mahomá-, la soledad de la genialidad.



En soledad, el alma halla su reposo,
donde el bullicio cesa y el tiempo queda,
un receso que en paz la mente excede,
y en susurros internos halla gozo.

En calma, las preocupaciones florecen,
se tornan en ideas, en iluminaciones,
como estrellas que surcan los horizontes,
cuando en la quietud las musas aparecen.

El diálogo es la cuna del ingenio,
donde las voces se entrelazan, danzan,
ideas que en el aire encuentran bonanza,
cual ríos que fluyen en su despliegue.

Mas no menos es la soledad sagrada,
donde la genialidad halla su abrigo,
como Mahoma en la historia antigua,
un solitario camino que el arte labra.

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