Los siniestros precedentes de la JEP


       Entre el 2002 y el 2003 trabajé en Kirguizistán. Tras nueve meses de docencia denuncié a un estudiante influyente -presentador de TV-, quien intentó pasar  una materia que había perdido por sus reiteradas ausencias, a cambio de un “curso privado e intensivo” el cual pagaría de su propio bolsillo. Mi incorruptibilidad exasperó a los locales, más aún por ser colombiano, al punto que me llevaron a un interrogatorio en la Universidad Americana de Asia Central. Cuando entré a la sala y descubrí a 18 “jueces” me percaté que estaba ante otro de los falsos tribunales que Lenin y Estalin establecieron desde la era revolucionaria para destruir a sus oponentes. A pesar de enseñarles un correo electrónico, dictaminaron unánimamente que la prueba era inválida, pues el correo estaba escrito en inglés, el cual no era mi idioma materno (!). La presión social fue tal, que por algunos instantes llegué a dudar de mi cordura. Si todos en un país te dicen que el blanco no es blanco sino negro, terminas por afirmar que te equivocaste y aceptas al blanco como negro. Un par de amenazantes llamadas telefónicas y un repentino incendio en en mi apartamento -el cual descubrí a las 2 am y apagué antes de propagarse-, me convencieron de renunciar a nuevas denuncias.

Cuando me enteré de la creación de la JEP rememoré aquella farsa de juicio, más aún cuando leí la columna de Plinio Apuleyo Mendoza, “Justicia especial para las Farc”. El modelo de la JEP resembla el de los temibles comités creados contra los enemigos del Estado Socialista. En la URSS los jueces eran elegidos por importantes burócratas del tirano de turno. El sentido común era sacrificado por el agradecimiento al contratante y por las prebendas otorgadas.  Las sentencias les eran comunicadas a los jueces de antemano por sus benefactores; ellos sólo debían representar una farsa creíble. Los argumentos del acusado eran refutados con falasias, desatendidos con sorna o ignorados. Al final la víctima se arrodillaba ante sus jueces-verdugo y a su justicia “especial”, declarándose culpable a cambio de una rebaja en su pena: si memorizaba el texto que se le entregaba, sus parientes no serían procesados. Al siguiente día las cámaras grababan a un hombre arrepentido de haber traicionado al “pueblo” y de haberse dejado influenciar de la egoista ideología capitalista; confesaba haber espiado, mentido y robado, se atribuía asesinatos o conspiraciones que nunca cometió e imploraba a sus jueces que no le impusieran ninguna condena menor a la horca o el fusilamiento. Al siguiente día aquel infeliz era ejecutado ante los aplausos de sus enardecidos espectadores.
Con la era Krushev aquella farsa fue denunciada y condenada; aún así el mundo la revivió en Cuba con el juicio al poeta Padilla, quien se atrevió a criticar a Fidel. El silencio de García Márquez ante aquella injusticia fue denunciado por Susan Sontag, quien lo acusó de complicidad con el tirano.  El socialismo es, de hecho, el único sistema que no admite críticas o disidentes.
Lo cuestionable de la JEP, me dice un amigo americano experto en la acción afirmativa, es su homogeneidad. Los cinco burócratas que eligieron a sus magistrados fueron todos de filiación socialista o de izquierda, y entre los magistrados elegidos no hay un solo representante de la derecha colombiana. La elección de Duque no permitirá, creemos, que se procesen a ciudadanos librepensadores que denuncien la corrupción del cartel de la toga y de los senadores socialistas. Si viviesemos Show Trials o juicios farsescos, Colombia dejaría simplemente de ser el país de libertades y leyes que conocemos desde el General Santander. Algún lector replicará con aquel cinismo tan propio a nuestras universidades, que Colombia nunca ha sido un país de inclusión y respeto. Bastaría que en su escepticismo buscase en Internet el video de Disney “El día del Juicio Final de Pluto” para que comprendiera a que pérdida de libertades me refiero: ésta pesadilla animada que hoy viven los venezolanos fue justamente reseñada por el filósofo Zizek como la mejor representación en el cine de lo que fue, es y será un juicio bajo la justicia especial de las instituciones socialistas.


Hsantand@yahoo.co.uk





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