Diario del año de la Peste Mundial, Marzo 25. Los méritos de la Ficción
Los méritos de la Ficción
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Carl Gustav Jung |
De igual manera, ayer sostuve una larga discusión en Facebook con un personaje anónimo de la UIS que criticó la validez arqueológica de mi relato sobre la Atlántida. Me insultó -el recurso de los refutados según Schopenhauer-, y me retó a demostrar con pruebas arqueológicas la veracidad de mi parábola. Sólo cuando le señalé que mi relato era ficción, como lo era el Macondo de García Márquez, aquel personaje detuvo sus increpaciones y calumnias y aceptó mis reproches. Sospecho que no es un estudiante, sino un docente a quien perturban mis ideas. Su ira me recuerda la del amigo de Jesús que lo odiaba, según una biografía mística inédita que leí en Pittsburgh en el 2012: de niño lo golpeaba con sevicia, y en el ascenso del calvario tomó una piedra y la estalló con furia contra el rostro de nuestro Señor. Aquel infortunado no podía soportar que Jesús dijera la verdad y predicara el amor con tranquilidad. Jesús, tras el golpe, limpió su sangre y lo miró de nuevo con compasión, pues sabía que aquel envidioso se condenaría.
Me halaga, dejando a lado su ignorancia, el hecho de que aquel enmascarado haya considerado mi cuento un artículo científico que simplemente adolecía de falta de pruebas. Luchamos, como escritores, por sumergir al lector en la realidad de lo imaginado.
Saqué a Cleo al mediodía y fui a Bancolombia a depositar un dinero para pagar los servicios. El local estaba atiborrado de gente, y advertí que los clientes extraían dinero de sus tarjetas de crédito para pagar sus créditos. La economía está estancada y me temo que vienen tiempos difíciles. Entonces me enteré que Bancolombia congelaría el pago de sus créditos por tres meses, por lo que volví a casa en la certeza de que no tendría que pagar la cuota de este mes. Error craso. Al llegar noté que habían extraído mi dinero sin consultarme. El pago de mi cuota venció ayer y su anuncio fue de esta mañana, por lo que supongo que están en su derecho. Podría preocuparme por futuros pagos, pero confío en el Señor, tal y como se lo dije a mi padre.
Ventanería de Alutec para el conjunto residencial Arboreto en Piedecuesta |
Mi madre se preocupa porque sacó a Cleo dos veces al día. Me envió un video en donde una mujer proclama que el virus de la peste está en el aire por tres horas, y que se pega al cabello, a la ropa y a los zapatos. Pero, aunque tomamos las precauciones y me ducho al volver a casa, mi mayor protección es mi fe en el Señor. En el 2011 me dio todas sus bendiciones en India, y en el 2012 me manifestó su amor. Si llego a enfermarme, me lo dice cuando medito, será para llevar esperanza a médicos y pacientes. La muerte, para quien ha vivido con buenas intenciones y ha vislumbrado el más allá, es una bendición. Sé que ni tan siquiera mi razón aprueba aquellas revelaciones, pero la certeza de que ocurrieron milagros y portentos en India y Canadá humilla, para emplear la expresión de Kant, a cualquier razón. Le he rogado que aleje la plaga de mis amigos y mis parientes queridos.
¿No podemos, quienes hemos sido ungidos, interceder por quienes hemos amado por su nobleza? Como me explicó un hindú en el 2011, si tú amas con locura a tu Dios, ese Dios también se vuelve loco por ti. Tengo enemigos, a quienes también he protegido por años, pero en vista de sus repetidos ataques, tras esta pandemia les he retirado mis intercesiones. A lo largo de más de diez años les he ofrecido mi segunda mejilla, siguiendo los dictados del evangelio, y han vuelto a abofetearme. "Quien maltrata a un indefenso me maltrata a mí".
Según el salmo 91 su caída es inminente: así lo he presenciado aquí y en el Indostán. Mañana continuaré mi novela de vampiros. El terror es más religioso de lo que los ateos creen.

Según el salmo 91 su caída es inminente: así lo he presenciado aquí y en el Indostán. Mañana continuaré mi novela de vampiros. El terror es más religioso de lo que los ateos creen.
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