Diario del año de la Peste Mundial COVID19 - Abril 18, 2020 - Victimarios




Desde pequeño me han fascinado las historias de vampiros. Primero en la serie de Kalimán, El Valle de los Vampiros, y luego, cuando, cierto sábado, a los 15 años compré una copia de Drácula, en las ediciones de Best Sellers que popularizaba la Editorial Oveja Negra en Colombia en los 1980s. Recuerdo que tal era mi interés en la novela de Bram Stoker, que aquel sábado teníamos una fiesta con la orquesta de Juan Piña programada en el Club Unión, y, ante mi negativa de ir para quedarme leyendo, mis padres me obligaron a ir, "para no desperdiciar el precio de la boleta", la cual incluía la comida. Vestido de saco y corbata acomodé mi libro en un bolsillo, y en cuanto la multitud invadió la pista para bailar, saqué mi libro y seguí leyendo, imperturbable ante las trompetas y tambores. Un espectador casual hubiera visto mi traje color kaki en medio de un océano de mesas vacías con manteles blancos. 








Vivía en Londres en 2005 cuando me llamó Hernán, decado del recién fundado programa en Artes Audiovisuales en Bucaramanga, para preguntarme si me interesaba integrarme a la UNAB como docente asociado. Él ya me había contactado, de hecho, en el 2003, cuando el programa fue fundado, pero dado que no me disponía de plazas de tiempo completo, preferí continuar en Inglaterra, en donde mi salario como Encargado de la Bodega de una tienda de alta costura para niños en Harrods, era 4 veces superior al de un docente de medio tiempo en Colombia. Razones familiares de llevaron a volver a Bucaramanga, lo que no dejó de suscitar interrogantes de colegas neocolonizados: ¿Por qué se regresó si el nivel la vida en Inglaterra es el mejor?

Comencé mi curso de dramatizados en el 2006 en una Bucaramanga que carecía de actores profesionales, escuelas de actuación -todavía carece de ellas-, y escritores para cine. El primer semestre los estudiantes trabajarían mis guiones mientras ellos escribían y desarrollaban los suyos, y al siguiente semestre los alumnos entrantes producirían los guiones de los anteriores. Dicho modelo, que funcionó a la perfección entonces, fue derogado por la nómina de docentes de Bogotá que llegaría más tarde.



Había escrito el guion de Victimarios a finales del 2005 como un proyecto que realizaríamos entre amigos, pues a Ludwig lo apodábamos cariñosamente desde el colegio El Vampiro, y a otros amigos -quienes finalmente decidieron no actuar-, El Chómpiras y la Rata.


Su dirección correría a cargo de mi alumno Ervin Ramírez, pero dado que se ausentó el día de grabación en la locación, debido a motivos de fuerza mayor, asumí la dirección del proyecto de Producción de Dramatizados en la UNAB. La realización se llevó a cabo en una tarde y una noche, en la casa familiar de los padres de Ludwig Stünkel, quien protagoniza el filme.




Victimarios, que contó con música original, adoleció de serios problemas de edición que, se suponía, serían corregidos antes de la navidad del 2006. Los meses y los años pasaron, y cuando el editor se fue a graduar en 2008, le recordé que debía terminar su trabajo para entregárselo a los actores. En lugar de responder por su olvido, se quejó a la dirección, aduciendo que el proyecto no era de él sino del docente. Para evitar discusiones aprobé su grado. En la versión que presentó dejo los créditos originales, tal y como los suscribieron mis estudiantes por motivos académicos.
Tomando ventaja de esta cuarentena he retomado el material para ejecutar la edición que aquí presento. La trama de Victimarios fue la inspiración de otro guión que escribí en 2013 en Hyderabad, y que produje y dirigí como God's Loop.

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