El día de la mujer, o cuando recordamos la edad dorada

Matriarcado ( Dinamarca) - El Ojo de Arena

Celebramos el día de la mujer en el segundo año de la peste universal. Y por breves instantes revivimos esa edad dorada que tanto celebran Hesiodo y Ovidio, cuando hombres y mujeres habitaban el paraíso sin conocimiento del bien o del mal, cuando se atribuía al viento la paternidad y los hombres nacíamos esclavos de las mujeres, incapaces de retribuir la deuda inmensa que adquiríamos al nacer y recibir sus cuidados. 

Cada año, al llegar la primavera, aquella reina, en virtud haber engendrado el mayor número de bebés, escogía a un nuevo marido. El antiguo rey se inmolaba bajo la daga de una sacerdotisa, feliz de haber sido el principal esclavo de quien con frecuencia era su madre. 

Fueron siglos de felicidad, y no podemos sino especular su historia. Hasta que de la región que sería Babilonia y Persia, y que hoy llamamos Irak, unos guerreros surgieron con instrumentos de hierro anunciando que ellos serían los autores de la vida y de la muerte.  

Quienes deseen profundizar en el tema pueden leer la obra de Herman Hess o las exégesis de los dos tomos sobre los mitos griegos del poeta Robert Graves. 


En vísperas de los días fértiles de marzo

Puede ser una imagen de árbol y naturaleza

Habrá un día consagrado a las mujeres
Cuando fuimos peces en el mar
Cuando quienes creaban eran diosas
Matronas a quien nada faltaba
Por quien todos los hombres se inmolaban
Cuencos de arcilla que cantaban
Profetisas, misteriosas, intiutivas
Reinas de los años sin guerra
Antes de que Caín asesinara
Rezagos de aquella era que aún persisten
En el perfume de mi esposa
En el cuidado de mi madre
En la sonrisas de aquellas que tan feliz conozco

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