El cambio climático es, por consenso de nuestras autoridades científicas, la causa de todos nuestros desastres naturales. Sus teorías brillan cuando hay inundaciones, huracanes o sequías, pero se opacan cuando los desastres disminuyen, como ha ocurrido en los últimos meses. En contraste con la ascendencia cientificista de nuestra era, dramaturgos, historiadores y místicos trazan las pestes, los terremotos y las calamidades en la hybris de las naciones (pecados en lenguaje cristiano, karma en oriental). Sus líderes, en su afán por callar y desterrar a los inocentes o desamparados, optan por masacrar santos, profetas, visionarios y pueblos enteros, sin medir las consecuencias de la fortuna, diosa que paulatinamente impone sobre los arrogantes su faceta más aterradora. Escritores clásicos como Esquilo, Sófocles y Eurípides, e historiadores como Heródoto, Tucídides o Plutarco enfatizan la noción de la "hybris" como causa espiritual de los desastres sobre los pueblos y las familia
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