La Bucaramanga Universal de Diego Sáenz
Alguna vez, una directiva de la UNAB me comentó que si la envidia es un defecto en Colombia, es una apreciada virtud en Santander. “A diferencia de los Paisas”, añadía, “el santandereano trama intrigas para destruir al vecino que se destaca”.
No escasean, en efecto, quienes corroboran su dictamen, desde locales que menosprecian a cualquier bumangués que se destaque fuera de la ciudad, hasta periodistas que consideran que hay que viajar a Bogotá para hacer un buen reportaje de un personaje nacional. Diego Sáenz es, no obstante, la refutación viva de dicho postulado. Mientras los medios locales competían entre sí en Ulibro 2023 por conseguir un minuto o dos del precioso tiempo de los invitados “especiales”, escritores inflados por el marketing de sus editoriales, Diego se dio a la tarea de transmitir un live desde el stand de los autores santandereanos en Ulibro. Cada autor allí presente expresó sus ideas sin presión o censura.
Alicia Ramirez de Galvis y sus hijos. Circa 1950.
Como Oriana Fallaci, el mayor don de Diego no es el de preguntar, sino el de escuchar. Administrador de Empresas con alma de Comunicador Social, Diego se interesa en la vida y hechos de todos los bumangueses que descubre en su camino; para él, la vida de los miembros de la familia Garnica, dueña del extinto teatro neoclásico, no es menos interesante que la afición literaria del inmigrante costeño que ofrece sombreros volteados en el Centro Comercial Cabecera cuarta etapa.
Inauguración del Puente Puyana, uniendo Floridablanca y Bucaramanga.
Despojando el velo del pudor familiar, “Historia de Bucaramanga” comparte así mismo escenas familiares de comienzos del siglo XX, colaboración de los herederos de las familias más prestantes de la época, cuando la austeridad del mobiliario era considerada una virtud, y cuando la mayor inversión social era la de la vestimenta: los trajes de paño y camisa de algodón almidonada de los hombres, y los vestidos de seda china, sombreros y tocados de Cachemira de las mujeres. Para fortuna de todos, Diego no es un historiador de profesión ni un museólogo; su carisma lo ha llevado a abrir su página a fotógrafos profesionales y amateurs, esto es, a quienquiera que tenga una imagen hermosa o memorable de nuestra ciudad; su acercamiento, para emplear el lenguaje de las ciencias sociales, no es solo diacrónico, sino también sincrónico.
Terraplén entre la Avenida La Rosita y la Cra. 36. 2021.
También he contribuido con tres fotos capturadas con el lente gran angular de mi celular; una de la tosca Iglesia Gótica del Virrey Solís, otra del puente del Viaducto al atardecer y una de las hermosas raíces de las ceibas que crecen sobre el terraplén en declive de la Avenida La Rosita con carrera 30.Calle de la Iglesia (calle 37 hoy). Estudiantes del Colegio San Pedro Claver junto a la Casa Luis Perú de la Croix. Circa 1905.
Esta semana, Diego presentó un grupo de fotografías de la plaza de mercado del centro durante los años 1930, la cual incluía nuestra réplica del Puente de los Suspiros de Venecia, lamentablemente incinerada en el fuego de 1979, pequeño pasaje que comunicaba la venta de canastos y artesanías con las carnes.
Una fotografía, en particular, capturó mi atención, la de una dama que observa al fotógrafo, hermosamente ataviada en su impecable traje. ¿Su amiga? ¿Su esposa? A su alrededor, campesinos se ocupan en sus quehaceres, y los vendedores comercian mercancías previamente aglomeradas alrededor de sus improvisadas cajas de cambio.
Algunos usuarios rememoraron los olores a canasto, cuero y carne; la fragancia que volvió a mi mente desde los años 1970 fue la de tinta seca de papel periódico. Recuerdo que cada puesto tenía pilas enteras de hojas de El Tiempo, La Vanguardia Liberal, El Frente o El Espectador, con las cuales envolvían la carne y las verduras.
delirio infantil era el de que nos envolvieran nuestras compras en hojas de tiras cómicas publicadas en domingos anteriores, para así rescatar alguna historieta perdida de Tarzán, Dick Tracy o El Fantasma. Podríamos escribir no uno, sino varios libros sobre las impresiones que las fotografías de “Historia de Bucaramanga” suscitan en nuestra memoria. El acervo de fotografías de los grupos de Diego a lo largo de quince años es impresionante, y está hoy también disponible en sus grupos de YouTube, Instagram, Twitter y Tik Tok.
Como todo cosmopolita o ciudadano del mundo, Diego sabe que cada ciudad y región es un resultado de grupos migratorios en busca de fortuna que no tuvieron otro destino que asentarse lejos de sus lugares de origen. Inmigrantes judíos, alemanes, italianos y franceses han conformado la metrópoli de concreto que hoy es Bucaramanga y sus villas aledañas, a menudo despertando la animosidad de los locales de ancestro guane y español, para no mencionar la primera diáspora alemana que llegó con Alfonso de Alfínger, auspiciada por los bancos europeos del siglo 17.
“¿No ha pensado en ser concejal o alcalde?” le pregunté hace unos años.
“Ya lo he pensado,” me contestó antes de despedirnos.
PD. Adjunto en enlace a la entrevista que Diego realizó en días pasados sobre mi labor literaria en su programa de los martes a las 9:30 am en la UIS AM, "Tertulias de Bucaramanga".
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