El Profeta Invisible - Las Persecusiones de Petrus Romanus - Prólogo y Capítulos 1, 2 y 3

Prólogo. Petrus Romanus, profeta que controla las plagas del siglo 21

El Profeta Invisible - Petrus Romanus



Sappi che ne l’ultimo dí del giudicio, quando verrá il Verbo mio Figliuolo con la divina mia Maiestá a riprendere il mondo con la potenzia divina, egli non verrá come povarello, sí come quando egli nacque venendo nel ventre della Vergine e nascendo nella stalla fra gli animali, e poi morendo in mezzo fra due ladroni. Alora Io nascosi la potenzia mia in lui, lassandolo sostenere pene e tormenti come uomo: non che la natura mia divina fusse però separata da la natura umana; ma lassa’ lo patire come uomo per satisfare a le colpe vostre.
Non verrá cosí ora in questo ultimo punto; ma verrá con potenzia a riprendere egli con la propria persona. E non sará alcuna creatura che non riceva tremore, e renderá a ogniuno il debito suo.
A’ dannati miserabili lo’ dará tanto tormento l’aspecto suo e tanto terrore che la lingua non sarebbe sufficiente a narrarlo; a’ giusti dará timore di reverenzia con grande giocunditá.

Santa Catherina de Siena 
 

Prólogo

Petrus Romanus, profeta que controla las plagas del siglo 21
¿Puede sobrevivir un profeta de Dios en el corrupto e hipócrita siglo 21? Hugo Noël Santander Ferreira, en su novela inspirada en vivencias personales, así lo demuestra.
En 2022, la Inquisición del Vaticano, el FBI y la CIA espían y persiguen a un profeta ungido por Jesús en Madrás, India. Se trata de Petrus Romanus, actor y docente universitario, a quien Dios se manifestó momentos antes de la caída de las Torres Gemelas, durante los ataques de Londres el 7 de julio de 2005 y en el terremoto de India en 2012, cuando Dios accedió a su súplica de no destruir el mundo, como los mayas habían pronosticado. "Pero las enfermedades vendrán", fue la profecía que el Creador le entregó como penitencia.
En medio de cataclismos, Petrus proclama en redes sociales que las tormentas y terremotos no se deben al cambio climático, sino a las desigualdades financieras y las fronteras entre naciones. Los poderes mundiales filtran sus publicaciones y descubren que quienes atacan a Petrus mueren irremediablemente. Temerosa del Papa, la Reina de Inglaterra envía asesinos contra Petrus. Todos fallan, y tanto la Reina como el Papa mueren al planear un nuevo atentado.
Entonces, el Vaticano mueve sus hilos para internar a Petrus en un hospital psiquiátrico en Colombia. El Nevado del Ruíz entra en erupción tres días después, amenazando con destruir ciudades como Bogotá. Este evento ahuyenta a los enemigos más acérrimos de Petrus Romanus, quien es liberado inmediatamente de su injusta reclusión.
Una vieja amiga de Israel contacta a Hugo Noël para solicitarle que escriba una novela inspirada en sus experiencias místicas.
“El Profeta Invisible” nos sumerge en una red de intrigas que involucra al MI6, la CIA, el FBI, los masones y el Vaticano. Todos conocen las visiones de Petrus sobre el 11 de septiembre de 2001 y el 7 de julio de 2005, alterando sus escritos, conspirando con amigos y familiares para asesinarlo y presentarlo ante el mundo como un suicidio.
Sin embargo, la trama nos lleva desde el mundo de la Realpolitik, con una reina preocupada por la aparición de un profeta que perdone las deudas de países del tercer mundo, hasta la esfera espiritual, en los reinos de ángeles y demonios. Arquetipos tangibles y simbólicos se entrelazan, dando forma al curso de esta odisea terrenal.
En cada capítulo, Noël Santander evade las garras de la muerte. Su rol como vidente en un mundo erosionado por injusticias sociales lo convierte en blanco de los poderes que habitan la Tierra. Desconocen la ascendencia de Noël no solo en los reinos celestiales, sino también en los del abismo.
En su unción, la Santa Trinidad le otorga todas sus bendiciones, incluyendo su dominio sobre el inframundo, lo que le permite sobrevivir a un hechizo vudú con tierra de cementerio. Noël nos invita a emular su lucha por la verdad y la justicia, demostrando una y otra vez que la fortuna favorece a quienes renuncian a la falsedad y la conspiración.
Este libro es también un tratado sobre la inmortalidad que revitaliza las cosmovisiones rechazadas por las universidades y los medios de comunicación como asunto del pasado. Sus lectores se identificarán con un profeta sujeto a las vulnerabilidades de su condición humana. Imperceptiblemente, Noël Santander se convierte en el capitán y piloto de una tormenta que amenaza con desencadenar cataclismos apocalípticos; más Hugo Noël, en lugar de huir, se precipita sobre sus enemigos, ofreciendo su otra mejilla y denunciando en voz alta sus intrigas.
Si eres un lector escéptico, es natural que te acerques a estas afirmaciones con dudas y preguntas cruciales que pocos autores han abordado con la honestidad y la convicción que Hugo presenta en "El Profeta Invisible".
Su viaje de exploración aborda de manera imparcial y equilibrada su condición humana; cuando recriminan a Petrus por los excesos de su juventud, él replica que Jesús no juzga a los hombres por sus actos, sino por las intenciones de su corazón.
Hugo Noël aborda temas fundamentales como la inmortalidad y la justicia divina, no ya desde la esfera teórica, sino desde su propia vida. En estas páginas, la verdad más cercana a tu corazón emergerá de la fragua del escrutinio y la duda. El camino hacia ella es desafiante, pleno de revelaciones para cada lector, búsqueda tejida a través de un lienzo de novela negra que trenza lo sagrado con lo profano, lo sensual con lo espiritual, la vida con la inmortalidad, el hombre del siglo 21 con Dios.
Abre estas páginas con curiosidad y discernimiento; descubre los secretos divinos o simplemente disfruta de un escalofriante thriller en el que los poderes del mundo son derrotados por el azar, la fortuna o el Creador, quien ha ungido a Petrus Romanus como un nuevo Moisés en una época donde sus hijos vuelven a ser esclavos del Faraón. 
Leyla Margarita Tobías Buelvas
Sincelejo, septiembre 21 de 2023


1. Vanessa Cañas


Las batallas ideológicas del siglo 21 desgastaron las naciones en guerras biológicas y químicas.
La Internacional Socialista, asociada con el Opus Dei, fusionaron la ONU con el Vaticano el 31 de octubre de 2016, reviviendo un organismo regulador de las agencias de inteligencia de casi todas las naciones: La Inquisición Secular, también llamada El Nuevo Oficio. 
La humanidad fue ideológicamente divida en 2017 según sus propiedades en la Inquisición Derecha y la Inquisición Izquierda. 
Con el fin de evitar la discriminación, los políticos aplicaron la ley de la intención política inconsciente, en donde un acusado decidía cual tendencia política podría excusar mejor su crimen.
Así, un asesino de policías que demandaba ser juzgado por la Inquisición Izquierda, tenía la seguridad de ser exonerado, e incluso compensado, en cuanto que un bachiller homofóbico que llevó a su compañerito al suicidio, sabía que la Inquisición Derecha aceptaría sus atenuantes.
Con un solo poder detrás de los poderes, decían los defensores de ambas Inquisiciones, el mundo era un sitio más tranquilo.
Grandier, Maximus. History of the New Inquisition (Randall: Liverpool, 2056)
Vanessa Cañas, trigueña ocañera de 40 años, sentada frente a su escritorio, interrumpió su transcripción del poema de Petrus Romanus y observó, desde la terraza de su apartamento, el conglomerado de edificios alrededor del Palacio Inquisitorial de Bogotá.
Toda vida es una exploración del mundo.
De niño enfrentas sardineles y callejuelas;
en la adolescencia, bosques y manantiales,
y ya en la vida adulta los siete mares.
Todos estamos llamados a sufrir y reír,
a triunfar y fracasar, a odiar y perdonar.
Este libro es también un mapa de un camino,
en donde no solo obtendrás las coordenadas,
Te enseñaré los valles del ser
De los personajes que evitáis al andar.
Ascenderéis en vuestra comprensión
Disolviendo el ego en emociones divinas
La brisa de la noche del 29 de octubre de 2022 era suave, con aroma a eucalipto, moho y gasolina quemada.
Vanessa estudió los balcones cubiertos de Chicó. ¿Cuántos fisgones la estarían viendo desde sus vidrios ahumados?
Revisó el borrador de su correo electrónico a su contacto confidencial del MOSAD.
El citófono sonó y Raúl fue anunciado. No lo esperaba, pero no tenía motivo para negar su entrada. Desde hacía un mes colaboraban con sus gobiernos en el caso de Noël Santander.
Raúl entró dejando un pesado abrigo de paño azul sobre el perchero, descubriendo su cuerpo esbelto bajo un traje de paño gris.
“¿Qué has pensado de mi propuesta?”, preguntó mientras sonría a manera de saludo. “¿Nos acompañas a Bucaramanga?”
“La feria del libro ya terminó”, Vanessa se excusó retocando su larga cabellera rubia ante el espejo de roca de su recámara. “¿Piensan eliminarlo?”
“Confidencial”, rezongó Raúl mientras se servía una lata de cerveza Águila del refrigerador.
“Considero que el hombre señalado por la Inquisición Derecha es inocente de las monstruosidades de que se le acusa”, repuso Vanessa sentándose de vuelta frente a su computador, de cara a la ciudad. “Si algunas personas que entraron en contacto con él, se enfermaron o murieron, los culpables fueron ellos mismos.”
“¿Por qué murieron, dices? ¿Por qué Noël Santander así lo quiso?”
“Porque conspiraron contra él para hacerle daño”.
“¡El tipo es un alienígena! ¿O crees que somos los chicos malos en esta historia?”
Vanessa se sirvió un vaso de gaseosa con hielo.
“El pasado mes de abril, durante la otra Feria del Libro, la del 2022 en Bogotá, Noël Santander se comportó siempre amable”, repuso,” incluso con aquellos que visitaban su stand para provocarlo. ¡Hasta lidió con dos sicarios! Les dijo que sus libros, los que vendían, relataban las aventuras de un colombiano honesto alrededor del mundo. 
“Leí el informe”, asintió Raúl. “Los asesinos afirman que un desespero creciente les impidió desenfundar sus cuchillos; presintieron que de hacerlo habrían fracasado.”
“Considero que el secuestro de su computador por parte de los Jesuitas fue totalmente innecesario.”
“Pero”, Raúl objetó arremolinándose en una hamaca que descolgó de la pared junto a la terraza, “ya sabemos cómo opera el Tío Sam cuando la Inquisición mueve sus hilos desde Roma bajo el consejo de un Papa Negro. ¿Sabes realmente por qué lo perseguimos?”
“Hacia mediados de 2012 Noël contó a un amigo que había presentido la caída de las torres gemelas. Estamos bien informados”
“Fue hasta Pittsburgh a hablar de sus profecías o delirios. Dijo que Dios se le manifestó antes de los ataques terroristas del once de septiembre, y le preguntó si intercedería por los Estados Unidos. Habló más de la cuenta y los monjes se asustaron. ¡Por el amor de Dios! ¿Qué sacerdote va a aceptar a un visionario que anuncia el fin de las religiones?”
“Las religiones ya están desgastadas”, objetó Vanessa.
“Extraño oírlo de una judía. Por eso el Islam es tan fuerte, ¿no crees?”.
“La verdadera razón del encono de los católicos es su denuncia de los pederastas en su obra del 2000, ‘Nuevas Tardes en Manhattan’. Curiosamente, Noël no denuncia haber sido violado. Más bien denuncia haber sido oprimido all punto de padecer un infierno en su escuela secundaria. Los hermanos de La Salle, sus abusadores, lo castigaban injustamente  para que comprendieran que la solución a sus problemas no era otra que arrojarse a los brazos del hermano rector, siempre dispuesto a satisfacer la libido desbordante de sus vulnerables estudiantes”.
“¿Y la del FBI?”
“Los jesuitas; fueron ellos quienes lo educaron y lo espiaron durante su año y medio en Bogotá. Su veredicto es que fue que Noël era un adulto promiscuo. No hallamos delito en ese juicio. Nunca violó a una mujer o un menor. Además la mayoría de gente soltera en las ciudades es así. Tal conclusión confirma el final de esa novela que Noël escribió y publicó en el 2000.”
“Su nombre también fue asociado a uno de los terroristas de los ataques a Mumbai en 2009. Antes de suicidarse, uno de esos terroristas afganos hizo una llamada a la casa de su hermana en Orlando, Florida. Nadie respondió. Pero luego descubrimos que el M16 se refería a él como El Profeta. Enfureció a los británicos con un artículo contra sus ricos glamurosos, por lo que decidieron asesinarlo, pero justo el día que iban a ejecutarlo ocurrieron los ataques de julio 7 en 2005. ¿Mera coincidencia?¿Y qué me dices de la jovencita que se suicidó el día antes de su planeado asesinato por el M16?”
“¿Cómo se les ocurrió atentar contra su vida el día de su boda?”
“¡Pero el agente Raúl Stevens fue su víctima! ¿No has leído su bitácora?”
Vanessa calló para no desatar en Raúl sus acostumbradas diatribas contra Santander. ¿Cómo podía la CIA culparlo del suicidio de una adolescente a ocho mil kilómetros de distancia? 
“Mi conclusión es que Noël es una especie de monje sin patria ni religión”, continuó Vanessa. “Su respeto por todos, sin importar credo, raza, clase o tendencia sexual, es propia de los místicos.”
“¡De los hechiceros!”
“Pero también de los misioneros. Noël Santander puede despertar la ira de los obispos por su defensa del sacerdocio femenino, pero su hoja de vida es pulcra.”
“Habrá que ver sus archivos anteriores al 2016.”
“Los expertos de la CIA encontraron su computador libre de pornografía infantil. Ya sabes que uno de los recursos más cuestionados de los americanos es escanear discos en búsqueda de imágenes de niños desnudos que incriminen a sus propietarios.
“¿Así que crees que los servicios de inteligencia de los Estados Unidos se han ensañado injustificadamente en su contra?”
Vanessa calló por algunos segundos, rumiando su respuesta.
“Es justo lo que escribo en mi reporte final. Hasta aquí llegamos apreciado Raúl, porque debes reconocer que la fortuna no ha estado de nuestra parte.”
“¿Y sí de parte de Noël Santander? ¿Es cierto que lo consideran El Mesías?”
Vanessa quiso enumerar los sufrimientos que su pueblo había padecido por haber conspirado contra sus profetas, desde Ezequiel hasta Jesús, pero no quiso parecer supersticiosa.
“Es mejor que lo dejemos tranquilo”, repuso. “Me da vergüenza comentarlo, pero en estos momentos ustedes y la operación Apocalipsis son el hazmerreír de las centrales de inteligencia.”
“Ustedes hacen también parte de Apocalipsis.”
“Hasta hoy”.
“Supongo que ya está decidido”, caviló Raúl.
“¿Cómo es qué crearon dos empresas ficticias para engañar a un sólo hombre y fue él quien terminó engañándolos?”
Raúl reculó un paso y la observó con desencanto. 
“¡Quizás sea un Glad con suerte!”, exclamó
Raúl jaló del reluciente lazo de cortina, y extendiéndolo al destello de un relámpago exclamó:
“¡Hoy iremos por Noël Santander! El pelirrojo se las va a cobrar todas”
Vanessa asintió distraída. Se preguntó por qué lo había dejado entrar luego de anunciar el fin de su participación por mensaje de texto. ¿Y si Raúl viniera a eliminar vestigios de su fracaso? Se agachó y enredó las tirantas de su arnés a los ganchos sueltos de su hamaca.
David el pelirrojo era un agente de la CIA, también miembro del Opus Dei. En alguna ocasión se lo presentaron a Vanessa en los pasadizos de Teatro 58, la discoteca más grande de Bogotá, emplazada en las callejuelas oscuras de Chapinero. 
“Noël Santander es el anticristo,” le había dicho el pelirrojo David con ojos desencajados por celo espiritual. “Mi deber es eliminarlo antes que manipule a las multitudes”. 
Sus modales y movimientos emulaban los de James Bond. “Demasiado pulcro”, pensó Vanessa entonces al comprobar su rostro inalterable, tan propio de los anglosajones. Según varias fuentes, David era el hijo del Papa Benedicto XVI.
Revisó su celular y encontró, paradójicamente, un mensaje de Noël:
“Me gustaría ir a vivir a Jerusalén. ¿Cómo puedo hacerlo? Saludos a Martha”.
No le sorprendió comprobar que ya sabía de sus nexos con el MOSAD. Martha era una judía que había estudiado cine con él en Filadelfia, entre 1994 y 1998. Había leído su testimonio, pero nunca conversó con ella:
“Noël afirma que es Jesús de Nazareth quien le otorga la facultad de viajar de un país a otro con una facilidad que no deja de ser envidiable”, rezaba la deposición de Martha. “La última vez que lo vi le comenté que mi hermana era esquizofrénica y depresiva. Noël me dijo que oraría por ella y, sea por casualidad o milagro, mi hermana no volvió a sufrir una recaída.”
Noël demostraba nuevamente a Vanessa con su mensaje, por otra parte, su don telepático; cada vez que se reunía con Raúl recibía un mensaje o noticias de él vía SMS o What’s Up.
Revisó su informe y lo envió a su contacto en París.
“¿Volveremos a vernos?”
La voz de Raúl tenía un dejo lujurioso.
“No soy de las que viven de los recuerdos de…”
Vanessa no alcanzó a terminar su frase. Sintió que no podía respirar y su garganta se secaba. 
Las manos de su verdugo se relajaron, permitiéndole respirar por un segundo, pero apenas recuperó su aliento gritó ante la certeza de que sería arrojada fuera de la terraza.
Se aferró a un saco de lana que desgarró y se arrojó al piso antes de caer; oyó los golpes del cuerpo de su atacante contra la baranda de acero al borde de su terraza y su cuerpo rebotando contra las paredes.
Con agilidad gimnasta, Raúl se escabulló por un tejado de láminas de Eternit  hasta descender acrobáticamente en la calle cincuenta y cuatro.
Vanessa se aferró a una saliente de la pared, osciló en el aire y saltó al borde de una terraza y de está a otra hasta alcanzar un montículo de bolsas de basura sobre el pavimento.
Vanessa extrajo su Beretta 3032 y  corrió en pos de Raúl, internándose en las recién pavimentadas callejuelas de Chapinero, evitando el impacto de los transeúntes aterrorizados por su armamento. Aceleró sus zancadas hasta acercarse a escasos tres metros de Raúl, justo antes de que su cuerpo saltará a una motocicleta en marcha.
Raúl giró sobre sí mismo desde el asiento trasero y la miró a sus pies con el desprecio del niño de alcurnia que, desde su limusina, observa al condiscípulo que espera en el terminal de transportes.
Consideró que si disparaba la multitud la aprehendería, tiempo suficiente para que el cubano se escabullera en la ciudad, así que guardó su arma y regresó a su edificio. 
El ventanal se cerró a sus espaldas y Vanessa se dejó caer sobre el tapete de microfibra. Imaginó su cadáver junto a los pies de Raúl, el agente cubano–americano demócrata de la Internacional, protegido de Obama, quien cubría su rostro con sus verdes anteojos clásicos Ray–ban.
Se acercó al computador y respondió a varios de sus mensajes, antes que los celadores del edificio tocaran a la puerta. 
“A mi amigo le gustan los deportes extremos”, dijo justificando la salida de Raúl trompicando por los tejados. “Pero reconozco mi falta. No volverá a visitarme ya.”
“Con que lo anotemos como persona non–grata será suficiente”, anunció el portero con acento tranquilizante.
Quiso escribir a Noël Santander para prevenirlo del ataque que los anglosajones preparaban en su contra. 
Según sus últimos informes, agentes de inteligencia de Colombia, USA, Canadá e Irlanda completarían aquella fase de la operación preventiva.
"No queremos tener una guerra del fin del mundo en Colombia”, le había dicho Raúl en referencia a “La Guerra del Fin del Mundo”, la novela de Mario Vargas Llosa en la que un profeta agrupa a miles de mendigos, conformando una masa que derrotaba dos veces al glorioso ejército de Brasil. 
“Noël quiere alterar el orden global,” la voz de Raúl resonó a sus oídos, “y arruinar la agenda 2030”.
Revisó el reporte de Raúl en la central de información del gobierno de Israel.
El pelirrojo David era, en efecto, un protegido del mismo Papa, el alemán acusado de pertenecer a las juventudes neo–hitlerianas. 
“Pobre Noël”, suspiró resignada, considerando que esta vez debía observar cómo era exterminado por tres asesinos profesionales. 
2. El atentado 
Bitácora de Noël Santander. Septiembre 7 de 2022
Esta semana he luchado y derrotado a ambas inquisiciones. Presumir que estoy aparentemente solo ante las fuerzas de este mundo es presuntuoso, pero cierto. 
Lo que mis enemigos no alcanzan a comprender es la miríada de ángeles y demonios que me protegen.
Como en las caricaturas de Quino, soy Pedro el Romano y tengo las llaves del cielo y el infierno. Otros me ven como Shiva, el dios furioso, el protegido de Alá, Buda y Confucio, y es Jesús, Rey de Reyes, desde los cielos desciende en mí para juzgar a esta generación de vivos y muertos.
¿No es diversidad que Dios me haya formado como poeta, actor, payaso, dramaturgo, filósofo y cineasta para hacerme profeta del Fin de los Tiempos, para instaurar el Reino de los Cielos en la tierra?
Escribo y publico estas visiones luego de derrotar al anticristo, el tricéfalo demonio de la fama, el dinero y el poder, el que carcome la bondad en los corazones y conduce a corrupción, hipocresía y asesinatos a los hijos de Dios, reyes del mundo.
Había ya sobrevivido a las persecuciones de ULIBRO 2022, en donde dos asesinos huyeron angustiados al encararme, y en donde el jefe de campaña de un candidato a la Presidencia de la República de Colombia fue apuñalado a escaso minutos de anunciar que la estrategia para derrotarme sería asesinar a mi mascota, la Boston Terrier Cleopatra.
Los obispos enviados por el Papa Negro conspiraron con mis vulnerables padres, a quienes aconsejaron que me obsequiasen un stand alquilado en Unilibro 2022, una feria de libros de garaje de la ciudad de Bucaramanga, mi terruño. Bucaramanga ha sido gobernada por alcaldes que desprecian la cultura y el arte, y que sólo lo emplean para desfalcar el erario público o para lavar dinero, razón por la cual su pequeña burguesía a duras penas invierte dinero en comprar un libro.
El primer ataque ocurrió en la noche del lunes 5 de septiembre de 2022. Cerramos el estante que nos habían entregado en Unilibro 2022, un cubículo apartado de la sala principal, flanqueado por negocios de tatuaje y una venta de libros infantiles. 
Bajé al parqueadero, en donde anuncié que como dueño de un estante tenía derecho, según el contrato firmado, a un parqueadero gratis. Di mi número de placa a un hombre bajo y churco, rubicundo, de unos 23 años.
“No está en la lista”, me dijo. “Pero puede volver al pabellón a aclarar la situación”.
“Prefiero pagar mi tiempo de parqueo”, repliqué con aire impaciente. “La desorganización de estas ferias de libro provinciales es siempre memorable”.
Mi suegra y mi esposa subieron al carro y conduje de vuelta a mi apartamento en Sotomayor.
Me acercaba al hospital González Valencia cuando note un auto AUDI último modelo que aceleraba a mi costado derecho. 
Mientras que mi carril estaba despejado, frente al carril del AUDI había un auto estacionado a unos escasos treinta metros. 
Prefiero los automóviles con caja mecánica precisamente por situaciones como aquella. 
El conductor de aquel auto deportivo, un joven de no más de treinta años, presumía que mi MAZDA 2003 clásico no podría alcanzar su aceleración repentina. 
Cambié el cambio de cuarta a segunda posición, obligando los pistones del motor a desarrollar la fuerza necesaria para impedir que el AUDI me superara e invadiera mi carril. 
Quedaban unos quince metros y el AUDI todavía aceleraba. Apreté el acelerador hasta el fondo y me escabullí sintiendo el inminente rayón del AUDI que ya frenaba en seco y en diagonal hacia la puerta de mi esposa. 
Por el retrovisor observé cómo un motociclista había también intentado superarme por la derecha, perdiendo espacio hasta perder el equilibrio, estrellándose contra la defensa trasera del AUDI, trompicando sobre el pavimento, probablemente herido.
¿Fue un atentado contra mi vida o un simple accidente de un conductor de auto imprudente y un motociclista apresurado? 
Un segundo atentado contra mi seguridad confirmó mis sospechas más sombrías.
Creían que jugaban con un justo, pero conversaban también con un ungido de Dios, quien como en la tragedia “Las Bacantes” de Eurípides, descendía cual Dionisio para exponerse a la arrogancia de los reyes.
Al siguiente día, luego de cerciorarme dos veces de que la placa de mi vehículo sería registrado en el parqueadero, encontré la misma hostilidad del personaje bajo y churco. 
“Espere a que atienda a esta gente y revisamos”, me dijo solicitando la tarjeta de parqueo al siguiente cliente.
“¡No!” declaré con rostro firme. Recordé que al estacionar mi MAZDA, el celador me había desviado del parqueadero principal, enviándome a un espacio abierto y desolado. “Pagaré lo que le debo de nuevo”.
El joven ignoró mi petición, por lo que encendí la cámara de mi celular y transmití un video en vivo en Facebook.
El joven quiso ignorarme, con el fin de retenerme hasta que el parqueadero estuviera vacío, pero mi discurso presentando los hechos y el soporte de mi esposa y mi suegra a mi costado lo intimidaron.  
Pagué y volvimos a casa. Una suave lluvia cayó entonces sobre la ciudad.
Me recosté sobre un sofá y tuve la visión prístina de un auto en que tres asesinos me llevaban secuestrado.
Uno era de USA, otro de Colombia y un tercero de Irlanda. 
Querían atarme a una silla y torturarme.
“¡Veamos si es verdad que Dios lo protege!” gritaban desaforados mientras me golpeaban.
Mi filosofía siempre ha sido ventilar la verdad sin dilaciones, así que entré al grupo de What’s Up de mis compañeros graduados del Colegio San Pedro Claver de 1985, en donde denuncié los ataques perpetrados por la Universidad Autónoma del Jardín de Bucaramanga, UNAJB, organizadora de aquella feria de libro. 
Obtuve burlas como comentarios, en particular de Kikito, quien se jactaba de ser familiar de los dueños de aquella universidad de masones. 
“El Diablo es puerco”, escribió, “y te está jugando una mala pasada, Noël”.
“¿Y no sabes que el Diablo también me obedece?”, repliqué, para conmoción de mis antiguos condiscípulos.
Varios de ellos ya habían, de hecho, conspirado para asesinarme en 1984, cuando con una zancadilla me arrojaron a la losa de la cancha de basquetbol de espaldas, afectando mi corteza cerebral. Debí haber muerto, según los pronósticos de los médicos, pero sólo yo sabría años después que Dios ya me había resucitado en 1977, cuando me arrojé de una camioneta en movimiento para ir a jugar futbol con otros niños. La fecha última de mi muerte me fue revelada por Dios aquella misma noche.
“Para que tengas fortaleza ante los ataques que vienen”, escuché en mi mente.
Entonces un antiguo amigo de la adolescencia, Irnaldo, escribió en el chat que yo exageraba, que no tenía pruebas, y que nadie quería hacerme daño. Mi desespero por su incomprensión aumentó al visionar a mis asesinos descender desde el aeropuerto Internacional de Palonegro hacia mi edificio. Los veía tomar una trocha despavimentada con el fin de evitar las cámaras de vigilancia a la entrada de Bucaramanga, y luego entrar a la portería con armas, intimidando al portero, quien los anunciaba con una pistola apuntándole en la sien. Forzaban la puerta, me amarraban y sacaban en su auto hasta llevarme a un pasaje abandonado a las afueras de Girón, en donde me amarraban a una silla, inspirados en la tortura de James Bond al final de “Casino Royale”. 
Semanas después supe que la osadía de Irnaldo fue castigada por Dios con una infección virulenta que lo postró en cama por varias semanas; sólo mis oraciones evitaron su muerte. Cuando lo llamé para cerciorarme de su recuperación, lo noté hosco, e insistió que se había recuperado gracias a que el sacerdote Gamond, nuestro antiguo Vicerrector Académico del Colegio San Pedro Claver, le había pedido que se encomendara a San Juan Pablo II. Era evidente que Gamond lo había predispuesto para nuestra llamada, pues el mismo modus operandi, esto es, el de agradecer a Juan Pablo II y no a mi intercesión y perdón, lo había notado cuando oré por la sanación de lupus de mi madre en Colombia, y de mi hermana en Estados Unidos. 
Mi temor por las visiones de tortura fue de inmediato amainado por una tormenta sin precedentes en la historia de Bucaramanga que se desató de repente.  Un diluvio de proporciones bíblicas a través del cual Dios me enseñaba su protección. Entonces envié como respuesta a Irnaldo un gif de Bela Lugosi como Drácula al grupo de mis condiscípulos. 
“’¡Escúchenlas! ¡Criaturas de la noche!”
Cayeron piedras y agua a caudales sobre una montaña de arena, la cual se desmoronó sobre el auto de mis futuros agresores. 
Todos fueron sepultados sin siquiera haber entrado a mi ciudad.
Era casi la medianoche; al acostarme vi claramente el cráneo aplastado del pelirrojo que había fungido como mi jefe por seis meses. 
Al siguiente día denuncié un atentado en mi contra en las redes.
El Inquisidor Izquierdo, el papa Negro, Francisco I, me contestó en Tik–Tok, advirtiéndome que habrá un tercer ataque en mi contra.
Advertí con vehemencia en las redes que la nación que me atacara sería inmediatamente castigada; anuncié que el cabecilla de la conspiración moriría. Entonces murió la reina Elizabeth II de Inglaterra.
El Inquisidor dijo, irónicamente sobre mi ensayo sobre mis experiencias con los ángeles, que como un ángel del cielo me protegía no tendría nada que temer.
 
Correo electrónico de Elizabeth, mucama de Elizabeth II, a su hermana Victoria. Septiembre 9 de 2022
Perdonarás mi tardanza en narrarte lo ocurrido el pasado miércoles en la noche. Sé que los medios de comunicación sólo dan información protocolaria. Lo que ocurrió no debe salir de los círculos familiares.
Ya nuestra ama, la Reina, venía sufriendo varios padecimientos, en razón de los medicamentos de salud preventiva de la segunda pandemia. 
Según sus doctores, había demostrado una ligera mejoría en la mañana, por lo que atendió a su primera ministra después del mediodía. 
Justo había regresado al palacio de unas cortas vacaciones por Escocia, por lo que almorzamos juntas; cuando llegó la hora de su entrevista me pidió que la esperara en la recámara.
Salí y me senté a revisar mis mensajes cuando escuché el timbre del teléfono privado de su majestad. Era, según escuché acercando mi oído al pomo de la puerta principal, el Papa Benedicto XVI
“¡Pero ese hombre debe morir!” exclamó nuestra reina. “¡El bienestar del mundo se fundamenta en el respeto a la propiedad privada! Dice que las deudas heredadas por las naciones colonizadas fueron contraídas por gobiernos que nosotros, sus acreedores, sobornamos. ¿Hay algo más absurdo? Que el ángel canadiense lo visite y falle es algo que debemos vengar. ¡Ofreceremos hasta tres millones de libras esterlinas por su cabeza!”
Su voz se hizo inteligible por unos segundos, hasta que escuchamos su grito desgarrado. Abrí la puerta y la vi estrellando su rostro contra el pomo de la cama. 
Ni la ministra ni el guardia de turno pudieron acercarse a controlarla; una especie de campo magnético los rechazaba, arrojándolos al suelo, como si fueran presas de un shock eléctrico.
Su cuerpo fue maltratado como el de la niña protagonista de la película El Exorcista ante de expirar.
Se ha preferido una versión más armoniosa de la muerte de la Reina, y ya el gobierno del Rey Charles canceló futuros ataques contra aquel Príncipe Próspero del siglo 21.

3. Un profeta del siglo 21

Vanessa descendió en el aeropuerto de Tel Aviv a tiempo de comprar un regalo para el Primer Ministro.
Acomodada en su taxi junto las modernas edificaciones de la metrópoli, revisó sus últimos apuntes sobre el vidente colombiano Noël Santander.
¿Qué explicaba que a las pocas horas de dar su ultimátum a sus invisibles atacantes, la Reina de Britania falleciera?
¿Cómo se explica su conocimiento de la operación Apocalipsis, orquestada por el Vaticano, el M16, la CIA y el FBI, bajo la connivencia de los servicios secretos de Francia e Israel?
La supervivencia de Noël correspondía menos a la realidad que a un guion de la Pantera Rosa, o de Mr. Bean heredero del trono.
Según sus fuentes, Raúl y el americano “Cabeza Roja” David habían recibido al “ Irlandés en el aeropuerto de Palonegro. 
Para no dejar rastro en las cámaras de seguridad de Girón, optaron por desviarse por una trocha paralela a la autopista, una carretera bordeada por estoraques, torres de tierra y piedra que la erosión ha cincelado por siglos a las afueras de Bucaramanga. 
Cabeza Roja David quería vengarse por la airada refutación que Noël hiciera ante sus jefes, cuando lo acusó sin mayor fundamento de haber cancelado una entrevista periodística con Teddy Hess, la cual era en realidad una celada. 
David, encubierto agente de la CIA, en operación conjunta con el FBI, había subrepticiamente contratado a Noël como reportero de un periódico inexistente, El Frente USA. Durante 6 meses le habían pagado un salario exiguo para que produjera dos artículos por semana y un video, el cual debía grabar, editar y alzar en las redes. Cada uno de los entrevistados fue previamente contactado por el FBI con el fin de emboscarlo en situaciones embarazosas, con abundantes contrapreguntas capciosas. Querían que escribiera alguna declaración controvertida contra los Estados Unidos en temas urticantes como la inmigración ilegal y la literatura de protesta. Pero Noël argumentó sus artículos con fuentes genuinas. En particular, su ensayo sobre las impresiones de Benjamín Franklin sobre los inmigrantes alemanes, causó controversia entre los miembros de las agencias secretas, quienes nunca creyeron posible que un Padre Fundador de los Estados Unidos rechazara con vehemencia a la inmigración teutona: 
Un Founding Father temeroso de los alemanes
El flyer es distribuido en full color en varias universidades, principalmente en la University of Cincinnati.
“Al investigar descubrimos que los apellidos de los niños más propensos a matonear a los hispanos era alemán”, señala.
Los alemanes, de hecho, fueron el grupo más discriminado a finales del siglo 18.
Benjamín Franklin temía que los alemanes superaran a los angloparlantes en el siglo 18
El mismo padre fundador, cuyos méritos no dejan de admirarnos, articuló temores xenofóbicos.
“Pronto nos superarán en número”, escribió, “todas las ventajas que tenemos no podrán preservar nuestra lengua [inglesa]”.
Cabe mencionar también la oleada de esclavos sureños que, soportando numerosos peligros, llegaban a Cincinnati durante el siglo 19 en busca de la libertad.
Mr. Hess era el asistente de Mark Silverman, esposo de Yona Santander, hermana de Noël, de quien se había recientemente divorciado tras un álgido proceso judicial pleno de amenazas y demandas. Una vez la entrevista hubiera comenzado, Mr. Silverman hubiera grabado sus imágenes simultaneas en Zoom, las de él y Noël, lo cual hubiera constituido una prueba fehaciente de acoso familiar. Así el FBI tendría pruebas suficientes para demandar la captura y extradición de Noël a los Estados Unidos. 
Milagrosamente, Noël descubrió la trampa a escasas seis horas de entrevistarlo, trazando, en su investigación previa, una foto de Mr. Hess y Mr. Silverman en el Internet, la cual el FBI creía haber suprimido de las redes sociales. Noël se declaró impedido para realizar el reportaje a solas y sugirió ser acompañado por Milena Barrios, otra agente encubierta que fungía como periodista virtual también en Bucaramanga, pero que en realidad vivía y trabajaba en los cuarteles de la CIA en Tampa, Florida. 
Cuando David lo acusó de haber abandonado su trabajo, Noël replicó:
“Nunca me negué. Sólo propuse que el encuentro fuera acompañada por otro periodista”.
La ira de Cabeza Roja David fue extrema, y quiso aleccionar a Noël al siguiente día, en el cual, de acuerdo a su contrato, El Frente USA debía doblar su salario de ochocientos dólares mensuales. David preparó con sus asistentes una perorata humillante de media hora, la cual concluiría con un ultimátum, advirtiéndole que si quería seguir trabajando con ellos debía contentarse con su anterior salario. Noël, no obstante, lo interrumpió a los dos minutos y le manifestó que él ya sabía de qué se trataba todo ese comportamiento, preguntando además si su discurso había sido escrito por un obispo, una referencia a los monjes de la abadía de Pittsburgh, los cuales habían desde un principio denunciado a Noël como el anticristo.
Luego de haber sido ungido por Dios en India como profeta con poder para juzgar a vivos y muertos, Noël viajó a los Estados Unidos en 2012, en donde pidió a los monjes benedictinos que lo acogieran como uno de los suyos. Los altivos y acaudalados monjes lo tomaron por un falso profeta y, luego de 12 días durante los cuales se enteraron, mediante una visita del nuncio papal, de su rol en Septiembre 11, lo despidieron recomendándole que se buscase un monasterio más frugal en Colombia.
Según el video del Audi de Raúl, transmitido en simultaneo a las agencias de servicios secreto, la Mosad había reconstruido los eventos de aquella noche de septiembre. 
Tras encontrar en el aeropuerto al Ángel Canadiense, asesino irlandés cuya hija se había suicidado el día anterior al planeado para su asesinato de Noël en 2015, y luego de ser recogidos en Girón por el contacto cubano, Raúl, un sicario de la guerrilla criolla que se jactaba de ser protegido contra la muerte en virtud de un pacto diabólico, David ya se refocilaba en pensamientos violentos, aspirando su inhalador antes de golpear a Noël en su quijada, para luego inhalar de nuevo y formular sus invectivas:
“¿Cómo es que me alzaba la voz cuando le pedí que me dejara hablar sin interrumpirme?”
Su morbosa ensoñación se diluyó cuando de repente una furiosa tempestad se desencadenó sobre la zona, convirtiendo en barro el camino y la montaña, justo sobre el tramo en que la carretera alcanza el margen del río de Oro.
 Las llantas delanteras del auto deportivo de Raúl patinaron en una depresión de la trocha, justo cuando una montaña se deslizaba sobre el techo que los protegía.
Los tres asesinos gritaron aterrados al escuchar las piedras golpear y perforar la carrocería del AUDI. Un bólido abrió las latas y aplastó la cabeza de David contra el fango mientras el cuerpo de Raúl era triturado sobre las arenas negras de la ribera.
La transmisión del video y del audio en vivo terminó allí.
El cadáver de Raúl fue recuperado al día siguiente a orillas del Río Suárez; su foto en la sección judicial de El Frente lo presentaba de apenas 32 años. 
Los otros cadáveres jamás fueron encontrados. 
La providencia de aquel desastre corroboraría las advertencias del profeta Noël, quien ahora se presentaba como la encarnación de Petrus Romanus, Juana de Arco y Jesús Resucitado.
“¿Un católico que cree en la reencarnación y en la posesión simultánea de Jesús?” había preguntado a Vanessa el Coronel Preis con escepticismo.
Su libre asociación de dioses y religiones era tranquilizador en cierto modo. Ni Guyana ni Waco ocurrirían con Noël sobre los desiertos de Santander. 
“Los ataques a Noël conforman una secuencia de eventos que sólo se ve en las comedias de humor negro británico”, dictaminó el Coronel Preis en casa del Primer Ministro de gobierno. 
“¿Anunció que quienquiera lo atacase moriría antes de levantarse de su silla?”
“Ya vimos el video”, intervino Vanessa.
“Pudo haberlo grabado días después”, objetó el Primer Ministro alisando su cabellera gris.
“Ya corroboramos que es genuino”, repuso Vanessa.
“El Papa Negro llegó a amenazarlo directamente”, intervino Preis. 
“¿Es cierto que anunció su tercer atentado en su cuenta de Tik–Tok?”
Vanessa asintió con un gesto.
“Los monjes de la Inquisición Izquierda son fanáticos de la trilogía de los 1970s, “The Omen”, conocida como La Profecía. Han hecho de esa novela su Biblia. Al final de la saga siete monjes reciben dagas benditas por el Papa para matar el anticristo”.
“Pero el anticristo…”
“Noël Santander es un hombre que lleva una vida tranquila. Lo que intimida a las Inquisiciones es su fortuna o protección divina. Si no fuera por el sentido común diría que es lo más cercano que conozco a la figura del Príncipe Myshkin de Dostoievski, con la salvedad de que Santander, lejos de ser idiota, es un filósofo que te cita igual a Homero como a Beckett. Justo ahora anuncia en sus redes que se exiliará en busca de una mayor tolerancia religiosa·. 
“Incluso ha escrito que se muda a Jerusalén”, intervino Preis. 
“Él mismo se ha comparado con Moisés”, dijo el Primer Ministro israelí. “Pero ya sabemos que ante lo paranormal se debe ser práctico o utilitarista. Quiero que Vanessa viaje a Colombia y lo contacte. Quiero saber si nos conviene que lo asilemos, antes que los musulmanes lo hagan”.
Vanessa comprendió su alusión al Corán, el cual profetizaba que Jesús regresaría al mundo para juzgar a vivos y muertos según los preceptos esenciales de la suras, esto es, su condena a la hipocresía y la mentira.
“En una ocasión Noël aseguró descender de la diáspora judía en España,” continuó el Primer Ministro. “Algunos piensan que podría ser El Mesías”.
“¿Y el Papa Negro?” objetó Preis entornando el azul de sus pupilas. “Tenemos información que Benedicto XVI murió y ha sido embalsamado en secreto.”
“Francisco I Negará lo ocurrido”, dijo Vanessa. “Luego que la Reina falleció el Inquisidor borró sus amenazantes mensajes. Noël entonces aclaró que la Reina de los británicos pereció por no escuchar las advertencias de Saint Edmond Edmond SJ.”
“¿Qué advertencias?”, preguntó el Ministro.
“Qué la corona Británica no debía aceptar los consejos del Papa y un duque italiano”. 
“Se refiere a la alianza entre el Vaticano y los masones”, intervino el Coronel. “Ambos, amedrentados por la muerte de los tres agentes, querían que los británicos asumieran un nuevo atentado contra Noël. La Reina accedió energúmena ante la advertencia de Noël de que su conspirador fallecería”.
“Recibió incluso una propuesta de trabajo de una mujer Británica;” añadió Vanessa, “una trampa para el tercer atentado que ya se preparaba, desde luego, pero Noël la rechazó, ofreciendo, como ya es su costumbre, sanación y perdón para la Reina.”
“¿Y fueron dos advertencias?”, preguntó el Ministro.
Vanessa rememoró la serie de videos publicados por Noël Santander en su mente. 
“Las reforzó por YouTube y Facebook, recalcando el fin de su segundo atacante.”
“A las pocas horas de la muerte de la Reina Británica, sí…”, Preis asintió.
“Y el Vaticano ocultó la muerte del Papa jubilado para que Noël dudara de sus condenaciones”, concluyó el Ministro.
“Tiene”, dijo Vanessa, “desde que lo conozco, me aventuro a postularlo, el don de la omnisciencia, es como si escuchara lo que se habla de él”.
  El Primer Ministro se levantó de su asiento y observó el horizonte de amarillos destellos a través de su ventana. 
“Sus perseguidores ya se han arrepentido”, sentenció. “Pero sé que los bogotanos preparan un atentado en su contra con una de las familias más poderosas de Bucaramanga”. 
"Si insisten en atacarlo", dijo Vanessa, "se exponen a un momento siniestro".

Bitácora de Noël Santander, septiembre 9 de 2022

Hoy, que los atentados en mi contra continúan, dirijo estas líneas a todas las naciones, a todos los credos, con el fin  de que creemos el reino de los cielos en la tierra, el de la bondad, el de Dios o la fuerza cuántica de la materia invisible que los físicos anuncian.
A lo largo de dos años, la acaudalada Inquisición creó dos celadas para inducirme a cometer imprudencias. 
No me refiero en plural a las dos supuestamente irreconciliables inquisiciones, pues es sólo una y su aparentes disidencias, aquellas que anuncian un cisma, son mise en scène de los dramaturgos de la opinión pública.
La primera fue una editorial espuria que quería estafarme; la segunda un periódico de Cincinnati que me tendió una celada de la cual escapé a última hora.
No les bastó. Visioné en una pesadilla los rostros de los maleantes. Yo caminaba por uno de los caminos despavimentados de la Mesa, cuando enfrenté a unos treinta metros de mí un hombre con luengo machete. 
Giré sobre mí mismo y vi a otro sujeto moviendo sus inquietas manos bajo su poncho. Miré a mi derecha y vi a dos individuos de aspecto poco amigable. A mi izquierda estaba un cultivo de arroz sobre aguas fangosas; era la mejor opción, si bien otro asesino abarcaba su salida a campo traviesa.
No tenía otra opción que escapar o morir en el intento. Entonces miré al cielo y me encomendé a la Creación. Desperté jadeante, con mi pulso alterado.
Era sábado; en la madrugada del domingo los conspiradores se reunieron; confabularon con la aristocracia local culpándome inmerecidamente de la muerte de la Reina, y planearon mi fin con los antiguos paramilitares de la Mesa de los Santos, condominio de casas de recreo de la aristocracia bumanguesa. 
Cinco exparamilitares acordaban acorralarme en cuanto yo pisara el suelo de sus dominios. Sabían que viajaría el fin de semana de recreo con mi esposa y mi suegra
Antes de las cinco de la madrugada las alarmas de los celulares timbraron en Bucaramanga y sus alrededores anunciando un inminente terremoto que destruiría la ciudad.
Hubo pánico y gritos. ¿No leyeron en la Biblia que donde estuviera un justo como Lot habitando una ciudad, ninguna desgracia la destruiría?
Los conspiradores huyeron despavoridos; ahora, mientras leen estas líneas, desisten de su ataque, agonizante coletazo de la conspiración financiada por la piadosa Inquisición.
Entonces los ángeles de los que tanto se burlaba el Papa de la izquierda le retiraron su asistencia, dejándolo a merced de los demonios que con sus maldiciones convocaba. Ese mismo día el Papa caía postrado a una silla de ruedas. Desde entonces la cristiandad se pregunta, ¿cómo es que Dios deja así a su representante en la tierra?
A pesar de ello, la familia Figueras organizó un cuarto intento.
Le dieron por adelantado US$5.000.000 de dólares. El sicario se emborrachó y contrató a dos putas antes de realizar su hazaña.
Por andar manoseando a sus rameras, el pícaro no se abrochó el cinturón de seguridad.
El asesino Figueras aceleró en curva obnubilado por la combinación de droga, placer y trago, y se estrelló contra un poste de iluminación.
El airbag del Lamborghini fue más lento en abrirse que el impacto, y el cuerpo del asesino en potencia quebró el vidrio de seguridad y fue despedido por los aires hasta estrellarse contra el cuerpo metálico del poste. 
El Señor me revela con su protección que soy fin y el principio de mi iglesia, la de Pedro el apóstol.
Denuncio públicamente que el Vaticano, en concierto con las agencias de inteligencia, persiguen en mí a un hombre que sólo predica el mensaje de Cristo de amor universal, su solución al cambio climático.
Sienten que, cual Savonarola, amenazo los excesos de una institución podrida por la gloria, el dinero y el poder, como ya denunciaba San Francisco de Asís en la Edad Media.


La Reina Inglaterra muere horas después que Petrus anunciara, por voluntad divina, la muerte de sus perseguidores


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