HAMAS, piratas y caníbales del siglo 21
El uso de escudos humanos en la guerra es condenado como una de las tácticas más despreciables por antiguos estrategas y líderes militares. Figuras como Alejandro Magno, Julio César, Xerxes y los vikingos no vacilaban en atacar a aquellos enemigos que se valían de escudos humanos, ya fueran niños griegos, romanos, persas o vikingos. En tales casos, todas las bajas recaían sobre los manipuladores mañosos que los utilizaban. El defensor del terrorismo, de Hamas o los guerrilleros de filiación fascista presentes en los Andes, pertenecen a esta categoría. Resulta sorprendente que encuentren apoyo entre una inteligencia contemporánea débil o astuta, ignorante de la historia y que se presenta como una paloma ingenua ante el lobo disfrazado de oveja.
Someterse a caníbales o terroristas es, citando a Shakespeare, tener la cabeza de un tonto o el corazón de un niño. Para aquellos que defienden a terroristas, todas las civilizaciones, al igual que los grandes poetas que han justificado las guerras con causa justa, son tachadas de genocidas por atacar a piratas guarecidos en escudos humanos.
Tal es la reciente proclama del actual Presidente de Colombia, Gustavo Petro Urrego, quien ha roto arbitrariamente relaciones con Israel en nombre de Colombia, a pesar del estrepitoso rechazo que sufrió por parte de dos millones quinientos mil colombianos en la marcha del pasado 21 de abril. Su doble rasero es evidente por su apoyo a Rusia en la guerra contra Ucrania, y porque cuando hace apenas dos semanas el líder del grupo paramilitar del Golfo denunció haber apoyado a Petro en su campaña presidencial con votos, Petro ordenó un ataque sangriento sobre su campamento, dando de baja a nueve insurgentes. La retórica de Petro de no atacar escudos humanos con menores de edad, lo que es habitual en dicha organización, no fue supervisada en dicha retaliación.
Por otra parte, defender a los ejércitos que combatieron a los nazis sería, según este débil razonamiento, defender a genocidas.
La falacia predominante entre las ONGs y los académicos que defienden a Hamas es argumentar que sus escudos humanos no deben ser atacados, lo que convertiría a dicho grupo terrorista en una entidad invencible. No actuar contra las bases terroristas ocultas detrás de escudos humanos para permitirles lanzar misiles a placer hasta que amenacen a tu propia familia es un acto de necedad.
Hamas podría permitir que la población de Gaza emigrase a Egipto, pero su mano de hierro se impone, impidiéndoles salir, ora a través de intimidaciones y ejecuciones sumarias, ora a través de bloqueos a la salida de Gaza. Lo vergonzoso es que la ONU y otras ONGs apoyen dicha política, cuyo credo es "Gaza para los palestinos", arenga que no corresponde a "Israel para los israelitas", como lo demuestra la gran diáspora árabe de Israel y su representación democrática.
Es cierto que Chamberlain afirmó que era preferible una mala paz que una guerra, ya que en toda guerra hay miles de escudos humanos. Churchill, por otro lado, explicó que uno no discute con un tigre.
Los escudos humanos son una invención de piratas o terroristas que carecen de respeto por las leyes básicas de la convivencia humana. Son equiparables a los caníbales o secuestradores de niños.
Las falacias que los militantes de izquierda absorben de la intelligentsia que manipula las universidades y las ONGs desconocen, por ejemplo, que Haj Amin al-Husseini, el líder palestino durante la década de 1940, colaboró con los nazis, y que Hitler los instó a perseguir a los judíos. La izquierda se muestra renuente a reconocer a los fascistas entre sus filas, a pesar de que Mussolini fue, como se sabe, sindicalista y agitador socialista.
Los conflictos en el territorio de Palestina e Israel tienen raíces históricas complejas que se remontan a períodos antiguos, incluidas las tensiones entre comunidades cristianas, judías y musulmanas durante varios siglos. Sin embargo, la situación actual es el resultado de una combinación de factores históricos, políticos, sociales y religiosos más recientes.
Los dilemas de los defensores de HAMAS ya fueron tratados, si acaso, por los poetas hindúes. En el Bhagavad-Gita, Arjuna se debate ante Krishna si debe luchar y matar a sus parientes, quienes lo persiguen a muerte. La respuesta de Krishna es contundente:
"Si el deber requiere que luches, entonces lucha y no te preocupes por las consecuencias. No tienes derecho a los frutos de tus acciones; tu deber es luchar sin desear el resultado."
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