Himnos a Jesús: La Unción del Juez de los Vivos y Muertos
En Himnos a Jesús: La Unción del Juez de los Vivos y Muertos, Petrus Romanus, pseudónimo de Hugo Noël Santander Ferreira, nos entrega un canto sublime que resuena con la voz de lo divino: "¡Canta, Jesús, Dios, Hijo del Hombre!" A través de delicados versos, ungido como profeta por la Santísima Trinidad y por pedido de Jesús, el poeta nos guía en un viaje espiritual donde su corazón se encuentra con lo eterno. Esta obra, tanto testamento espiritual como diálogo profético, entrelaza lo humano y lo divino en una comunión íntima, al punto que el poeta habla como Dios y Dios como el poeta, fusionando sus identidades en el amor transformador de la fe
Arraigada en la rica tradición de la literatura mística de figuras como Meister Eckhart, Teresa de Jesús y Juan de la Cruz, la poesía de Ferreira trasciende las vanidades del mundo material—la fama, el dinero, el poder—para conducirnos con voz serena hacia los misterios de lo divino, antaño insondables, aquí revelados. Sus versos, inscritos en la lírica moderna, destronan lo sagrado de las jerarquías religiosas para intimar con ello, elevándonos desde las complejidades de nuestros sufrimientos diarios hasta el poder redentor del amor de Dios correspondido. En el centro de esta obra, Jesús emerge no como una deidad distante, sino como una presencia viva y cercana: juez y salvador, justicia y misericordia, que llama al poeta—y por extensión al lector—a un propósito superior: imponer el Reino de los Cielos en la tierra, enfrentándose al Vaticano, una iglesia que Petrus Romanus denuncia como usurpada por los poderes mundanos.
La obra es también un reflejo autobiográfico de la vida de Hugo Noël, una crónica de su viaje espiritual a través de ciudades como París, Madrás (Chennai, la "Ciudad de la Madre de Dios", donde el apóstol Santo Tomás dio testimonio de su fe), y Bogotá, donde hizo del orbe su escenario. Desde sus experiencias místicas—como aquella en que escuchó la voz de Jesús preguntándole por qué había olvidado su imagen en su dormitorio, revelándole que no debe juzgarlo por su apariencia, sino por su corazón—hasta las pruebas que enfrentó, como la tentación del demonio que le ofreció los reinos del mundo, Hugo se convierte en un humilde instrumento de paz y reconciliación. Sus poemas, que abarcan desde visiones proféticas hasta reflexiones filosóficas, como un ateísmo alineado con los principios cristianos, son una oración, una meditación y, sobre todo, una revelación de verdades antiguas: Dios es puro conocimiento, y el demonio, pura ignorancia.
La presencia de la Virgen María teje un hilo divino a lo largo de la colección, celebrada por el poeta como origen y guía de su periplo hacia Jesús. María, madre de los que sufren, intercede con su amor maternal ante una Santísima Trinidad indignada por los pecados de los hombres, ofreciendo consuelo en momentos de angustia y protección ante obstáculos. Su compasión divina, manifestada en la vida del profeta—un juez terrible dispuesto a perdonar lo imperdonable—se entrelaza con las experiencias que inspiraron obras como Nuevas Tardes en Manhattan y su investigación sobre las apariciones de Fátima, Portugal, fortaleciendo al poeta ante dudas y pruebas.
La universalidad de esta poesía es uno de sus aspectos más notables: aunque escrita en lengua castellana, Hugo Noël traduce y canta sus versos en ocho idiomas, abarcando lo espiritual y lo mundano, espejo de la vida de cualquier lector. Sus poemas responden al sentido de la vida, reivindican la nobleza como égida divina y afirman que las hecatombes no provienen del cambio climático, sino de la transformación de la caridad y la compasión en egoísmo y crueldad en las sociedades. A través de su métrica y versificación, que reflejan la vastedad de su alma, Hugo se erige como un juglar de lo divino, un testigo y participante del drama celestial, ungido para denunciar las injusticias y traer justicia a los desesperanzados, como se manifiesta en el título de la obra.
En una era que insiste en que nadie es especial, que todos vivimos solos y que la fortuna obedece al azar, Himnos a Jesús: La Unción del Juez de los Vivos y Muertos da testimonio de una vida excepcional basada en el amor a los preceptos de los cuatro evangelios. Su excepcionalidad no radica en lo que el mundo valora—poder, fama o dinero—sino en alcanzar a Dios y, con Él, la eternidad, el universo, el Ser. A través de estas páginas, los lectores serán testigos de su lucha contra el engaño, la discriminación y la injusticia, un canto a la humanidad que nos recuerda que los deseos amorosos no son ofensas a Dios, sino una manifestación divina dentro de nosotros. Cada poema es una invitación a reflexionar sobre la naturaleza de la fe, el propósito de la existencia y la esperanza en tiempos difíciles, llevándonos de la mano por un camino de sabiduría, compasión y unidad, hacia nuestra propia comunión con lo divino.
Leyla Tobías de Santander
Sincelejo, Colombia
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