La arquitectura esotética del poder - Prólogo a la edición alemana de ANDES GÓTICA

Vivimos en un mundo supuestamente secular. Sin embargo, constantemente oímos hablar de la alianza secreta entre la política y la magia: ministros que consultan adivinos; presidentes que buscan el consejo de astrólogos; poderosos líderes empresariales que frecuentan médiums, curanderos y videntes espirituales. Tras las fachadas de la racionalidad moderna, un antiguo principio sigue vigente: el poder siempre busca aliados en las fuerzas invisibles, preservando lo espiritual en rituales y supersticiones.

Andes Gótica

En esa tensión persiste también la antigua reverencia hacia el poder y la ley que los romanos consideraron dura, una solemnidad que en nuestra era de derechos y libertades adquiere un matiz intimidante, cuando no aterrador.

Andes Gótica aborda la arqueología del poder representando —a través de la historia, la inspiración y la imaginación literaria— las relaciones sociales en Bucaramanga, Colombia, durante el siglo XIX, era de progreso indiscutible, igualmente marcada por presagios paranormales, profecías, conjuros y milagros como el de Lourdes en Francia. En Andes Gótica el universo no es solo regido por sobornos, leyes, ejércitos o dominio económico, sino también por portentos, fantasmas y liturgias secretas que moldearon el pensamiento y las acciones de lo que hoy es Santander.

La “intuición”, el “instinto” o la “voluntad” del siglo XXI era entonces fe y espiritualidad, asolada por demonios y protegida por santos. Pese a los esfuerzos nominalistas de la modernidad por controlar dichas creencias, la espiritualidad continúa fortaleciendo a la mayor parte de la humanidad, como estudios demuestran tras la reciente pandemia, donde los mejor preparados y menos afectados en su salud mental por el embate de un virus fueron los creyentes en un alma inmortal y una divinidad.


En el Santander del siglo XIX, escenario de esta obra, esos mundos se superpusieron en luchas y derrotas que generaciones han callado o maquillado por pudor. Ingenieros europeos, terratenientes criollos, guerreros indígenas, sacerdotes, rebeldes y predicadores itinerantes luchaban por colonizar una geografía indómita de abismos y desiertos. El dominante Barón Genipperteinga, las voces de los barrancos, los rituales insondables de las montañas y las sombras metafísicas no son reconstrucciones históricas de personajes reales, sino representaciones arquetípicas universales que la arquitectura del poder de toda sociedad escenifica, incluida la nuestra del siglo XXI.

Tanto hoy como en el siglo XIX, la intelligentsia se ha preguntado cómo puede la mayoría del pueblo, esa masa manipulable descrita por Ortega y Gasset y por Canetti, ser presa de Nosferatus que hipnotizan y doctores Caligaries que encantan, así como de políticos que los succionan y esclavizan. A sus opositores se les envía asesinos, o se les postra en una cama de hospital, siempre a nombre de su bienestar mayor.

Las decisiones que transforman la vida de millones se originan, de hecho, en ámbitos invisibles, mediante conspiraciones que apenas escuchamos como ecos remotos.

Andes Gótica es un llamado a reconocernos en quienes lidian con dichos poderes, algunos cediendo a las tentaciones del desfalco, el soborno, el hurto y el asesinato, y otros renunciando a cada uno de ellos; sus héroes son también una esperanza para nuestras tierras azotadas por guerras y facinerosos que no han permitido coexistir como nación civilizada a lo largo de quinientos años.

Como Gandhi, ellos constituyen el grueso de la población colombiana que ha renunciado a robar y matar, la mayoría no violenta que los vampiros que nos han gobernado han querido convertir a sus infiernos sin lograrlo, aquellos que demuestran que siempre ha habido, hay y habrá colombianos dispuestos a perderlo todo, incluso su vida, antes que perder su alma.

Hugo Noël Santander Ferreira
Sincelejo, 2025





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